NUESTRO RELOJ BIOLOGICO

Los parámetros biológicos y de comportamiento de los seres humanos no son constantes, sino que están sometidos a cambios y alteraciones. Estos ritmos, denominados circadianos, están sincronizados con la variación ambiental de luz-oscuridad, pero también se ha probado que se generan independientemente de ésta y que se producen dentro del propio organismo; en concreto, en la estructura del sistema nervioso del hipotálamo.

Nuestro ‘reloj’ interno, o biológico, es determinante en nuestro comportamiento y, al cambiar, altera también frecuentemente nuestros estados psicológicos. A lo largo del día no nos encontramos con las mismas capacidades para realizar determinados trabajos que exigen esfuerzo físico o concentración mental.

Cuando dormimos, la actividad está muy disminuida. Al levantarnos, necesitamos de un tiempo para sentirnos despiertos, nos cuesta un poco alcanzar un nivel óptimo para poder ‘funcionar’ adecuadamente. Hacia el mediodía se produce un bajón en la activación. Por ello, cada vez más especialistas recomiendan una pequeña siesta después de comer, pues biológicamente estamos necesitados de ese descanso: tras 7 horas de vigilia, el organismo humano necesita una hora de descanso.

Y al finalizar la jornada, el cansancio acumulado vuelve a producir una situación de baja activación. Pero la vida moderna, la luz eléctrica y otros factores hacen que esos momentos de mayor o menor activación no sean los mismos en todos los individuos; y así, se dan casos de que, cuando unas personas aún no han llegado a su mejor momento del día, otras en cambio ya están pensando en irse a dormir. Lo ideal sería poder adaptar trabajo y vida cotidiana al horario de nuestro reloj biológico interno, pero lamentablemente, hoy en día muchas veces no es posible.

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